seguía sentada
mirando el cristal negro
que le daba la bienvenida
sus facciones nunca le parecieron tan extrañas
cuando las pequeñas manos comenzaron a reptar por las lagunas
y las pequeñas sonrisas volvieron a recordarle
que aunque se alimentara de inumerables panes con palta
ella seguía siendo la extraña
la que había comenzado a desgarrarse
en el otro lado se encontraba la falta de cordura
tocando el laúd
esperando el momento correcto para empezar