En las noches de verano
íbamos afuera de la casa,
los zancudos, zumbando,
los grillos, componiendo,
la felicidad y el olor,
olor a infinito,
mientras él, caballero del mar
nos enseñaba a reconocer estrellas,
Yo, amaba las tres Marías,
eran como una puesta en abismo,
Aún pienso en ellas,
en la ciudad gris,
en ellas, eternas.
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