13 de mayo de 2010

en progreso

en progreso
Ciudad caminante
Mientras el paso del ritmo de lento a acelerado, marca los lugares con más peligro de la ciudad, los lugares más oscuros que irán penetrando en el ánimo del protagonista, la ciudad caminante avanza sin detener mirada más de 3 segundos por parte. La ciudad despertó en cuerpo humano, carne dolorosa, los daños ciudadanos llevan tantos años en su cuerpo que el dolor no parece más que el paso del tiempo, la aparición de una arruga, el pequeño movimiento imperceptible.
La ciudad adquiere una nueva conciencia, que no es la del lenguaje. El lenguaje humano, por lo menos, es como si fuera chino mandarín en África para la ciudad, éste no le alcanza para expresar. Su lenguaje es un ser distinto en ella, se desliza a su lado, cual rastrera dándose a conocer a través del movimiento, lo que sea que piense, que no se nos muestra, es interpretado como una sombra flexible. La sombra se alimenta de la ciudad, se conecta. La ciudad se limita a observar, extrañada, las significancias de su forma, sus secciones, separadas de un mismo cuerpo por el hombre. El hombre lo hizo de a poco, despacio, un centímetro por vez, por lo mismo no hay manera de entender, las crónicas de lo arrancado se han perdido dando paso a la incertidumbre. Mientras avanza, paso firme.
Parte A se mueve, Parte B más lento.
Parte A ciudad dividida.
Parte B sombra.
Partes de la parte, cada una en su caja clasificada. Se quieren escapar para tener sentido, la ciudad impide, sabe que es desgaste, por eso observa.
Parte A se ve gastada, cual adulto envejecido, corroída, se mueve despacio pero estable, parece llevar rumbo decidido. Mira las luces en esquizofrénico movimiento, como intentando descartar su significado, sus ojos no reflejan los colores, no reflejan líneas de colores que tiñen cada espacio, derivados de los grises, miles. Visión de los rojos, cada vez más parecidos a la sangre.
Sus ojos no reflejan al colgado en la ventana del edificio, si su sonrisa conciliatoria, si su ojos desorbitados, su expresión de alivio.
De colores, la ciudad se mueve en forma inversa a la que camina, así el movimiento parece aún más rápido, nervioso poco delineado, la ciudad no tiene líneas rectas, son miles de líneas que se dibujan alrededor, se mueven buscando como dedos hambrientos aferrándose a lo que sea, desgarrando la forma de lo que sea que intentan dibujar, modificando. Siguen unificando, separando, elastizando . Movimiento, he ahí el concepto, líneas, puntos en movimiento.
Camina en dirección poniente, se encuentra con la calle indiferente, la densidad del vapor va aumentando ya no se ve lo que tiene enfrente, las partes humanas se mezclan, pero al mismo tiempo permanecen separadas, cabezas brazos, tienen autonomía o forman monstruos, de la repetición de las partes. Ojo con ojo, brazo con ojo, brazo con brazo.
Se separan y vuelven a ser cuerpos, zombies caminantes, maletines,
Justo en el medio de la ciudad
La bolsa:
- el valor de la UF.
- no se lo que es la UF.
-no se lo que es el dinero.
-no se, especula.
La ciudad se mueve mirando valores, no entiende, como funciona, el intercambio, el valor, no entiende como se mueven los intercambios. El estómago de la ciudad arde, la cabeza de la ciudad arde, la comprensión no llega, no hay lugar para palabras, no hay conceptos, el ardor se mueve con sentimiento propio incluso en los pies hay partes que arden.
Comienza a doler las heridas guardadas, la sangre poca al comienzo, brota dejando estelas de caminos por visitar.
Oficinista:
- conversación por celular, conversación por celular.
- papeles, timbres, impuestos, soledad interpretada como vacío, soledad interpretada como muerte en la cama, bolsa plástica.
Gerente:
- soy importante.
- me río como un cretino.
- tomo latte, dos de azúcar, oye tú, dos de azúcar.
Hombre caminante:
- soy ingenuo me suprimo. No conozco la historia, no conozco la política, no valgo nada ni podría ayudar en nada, mi voto, mi mano no sirve. No hablo, más que cuando es necesario, tengo miedo de expresar opinión que cambia, constantemente influida por quien esté al mando, o más bien por quien no lo está.
Junior mujer:
- soy un vehículo.
- soy invisible.
Sonrisas forzadas, vehículos. Sonrisas por miles. Luego silencio, cada vez seres más oscuros.
Perros, muchos perros sin raza distintiva siguen caminando, perros con cara humana, esperan la luz para cruzar, te ladran, te siguen, te ladran, la gente mira, cuchichea.
Como si la atmósfera hablara los seres se vuelven más oscuros, la niebla espesa nuevamente. Los seres se derriten, todos gritan, algunos gritan, otros asumen, la mayoría asume, todos asumen. Vuelve la neblina.
Ciudad camina, toca la suciedad, miren las líneas que o limpia la escoba, el polvo se moviliza, no desaparece. Sus heridas se vuelven más sucias, irradian, hieden.
La ciudad camina al oriente, indiferencia en los ojos de los hombres, que se deforman en un grito a ver un ser oscuro. La sombra se transforma en hombre del poniente, insatisfecho, hambriento, se alimenta de la indiferencia transformada en miedo.
-¡Encarcelen al hombre monstruo!
-¡Maten al hombre monstruo!
Gritos, propuestas formales, nombres, nombres de hombres de poder. La ciudad se repliega. Han capturado a su lengua.
La ciudad se queda estática, recuerda su esencia regresa, comienza a temblar, los mismos recovecos descubiertos en el recorrido se hacen más precisos más profundos. Las paredes comienzan a ceder. La ciudad envejece y los hombres se hacen polvo.

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