¿Quién enciende las luces? Como siempre Bernardo comenta lo imposible, se hecha en la silla cansado, la edad se ha ido apoderando de su rostro antes que el de cualquier otro, la verdad de sus limitaciones fue mostrada de forma simple pero temprana, por lo mismo las marcas de los días se adelantaron, tanto en sus venas como en su piel y en su cabeza. La sola posibilidad de realizar su obsesión era una locura, tantas y tantas veces comprobado no cabían luces para él, simplemente no existían y aunque alguna vez el Dios caprichoso de palo llego a ser omnipotente, solamente lo fue en su universo.
Cuando era pequeño Bernardo escuchó de la existencia de las luces, fue sólo una palabra, sólo una vez, lo que detonó la búsqueda. La información existente era amplia, pero debido a sus limitaciones comenzó su viaje como cualquier otro, en la adolecencia, la oralidad fue el medio de información elegido, oralidad convertida para él en leyenda, preguntó y logró resolver que las luces eran reinadas po la más grande de ellas; bola de gas inflamable con rostro sonriente, quien día tras días, tocaba con su mano los desechos cósmicos compartiendo su energía haciendo revivir seres inertes, llenándolos de verdad y existencia.
Luego de comprender que su reinado seguía, imponiendo su tiranía, el HOMBRE decidió salir de ese estado, y creo luces grandes y pequeñas, transportables, para dar la ilusión de control sobre los fenómenos y los espacios, que en la oscuridad eran infinitos, poder ilusorio, realidad comprada barata.
La ambición del HOMBRE, emocionaba a Bernardi, su ilusión y emprendimiento no tenían límites. Bernardo al reflexionar en su realidad dio cuenta, él si los poseía con nombre, por lo mismo decidió que la solución más sensata era abandonar el viaje y dedicarse para llevar a cabo otra solución del HOMBRE.
Y fue así como construyó todo tipo de ídolos, siguiendo el ejemplo del HOMBRE. Se utilizó como base a si mismo, pero haciendo modificaciones para su eficiencia; 3 piernas, 10 brazos, 2 cabezas, todo con resultado tremendamente decepcionante, mientras más mutaban menos daban por concedido el deseo de Bernardo, con cada modificación la torpeza de los dioses en vez de decrecer, subía.
Probó construyéndolos con distintos materiales (en esto dedico por lo menos 40 años), todos los conocidos en el planeta, sintiéndose cada vez más insatisfecho, pues los ritos practicados con ellos nunca dieron resultado.
Un día, en verano, sintiendo lo que él llamaba "el olor de las luces", entró en desesperación y lo destruyó todo.
Tiempo después se dió cuenta que sólo quedó uno en pie: EL DIOS (de palos de helado). Tomando este hecho como señal del destino. Decidiendo que éste sería su DIOS. Practicó nuevamente toda clase de rezos para poder conocer el secreto de su obsesión, pero el DIOS impotente callaba y no concedía, al fin y al cabo era un DIOS con poder universal.
Y así en los días de oscuridad reinante Bernardo nunca llegó a ver la luz, nunca llegó a salir de su universo, ni si quiera se sabe si sus ojos fueron liberados cuando su cuerpo dejó de mostrar movimiento.
Por su parte DIOS (de palos de helado) siguió creando universos abstentes de luz, de habitantes, pero así mismo de límites espaciales y de muerte.
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